lunes, 7 de mayo de 2018

EDP Vitoria-Gasteiz Maratón Martín Fiz 2018

Este pasado fin de semana en compañía de Fran y nuestras infatigables compañeras, toco la que sería mi tercera  participación en esta maratón. Este año se disputaba la XVI edición del Maratón de Vitoria Martín Fiz y cómo en las dos ocasiones anteriores me voy con una sensación agridulce, aún hay detalles que no están a la altura de una maratón que lleva el nombre de un campeón como Martín Fiz. Ya en la primera y tras dirigirme a ellos para comentar algún detalle, recibí las excusas del propio Martín Fiz a través de la organización y alguna llamada telefónica intercambiando opiniones, en está ocasión han incluido una de mis reclamaciones y han publicado en la clasificación a una atleta con un tiempo superior al oficial, creo que vamos en el buen camino, hay que reconocer el mérito y el buen hacer de los organizadores, pero aún hay que pulir algunos pequeños detalles para que no desmerezcan todos estos esfuerzos.


El sábado por la mañana llegada al hotel y una comida ligera, ya que nos esperaba una tarde gastronómica por algunos de los mejores gastrobares de Vitoria, nos dirigimos a los que pensábamos que era la feria de corredor y resulto ser un mostrador en una esquina de un centro comercial completamente anodino y sin nada relacionado con la maratón, lo que nos privó de ese ambiente excepcional que se respira en todas las ferias del corredor la tarde anterior a la maratón, un detalle a pulir.



Tras un pequeño paseo para reconocer los puntos del recorrido donde se iban a situar Merce Y Remy para seguir la carrera, llego el encuentro con nuestros anfitriones Merche y Javi (A quién tuve la oportunidad de conocer en mi primera participación en la Maratón de Vitoria y con quién compartí más de 30 kms en la que era su primera maratón), que nos acompañaron en nuestra visita gastronómica por Vitoria; en la que por supuesto no pudo faltar el pincho de huevo frito con patata, solo por disfrutar de esta delicatesen merece la pena el viaje a Vitoria. Finalizamos la ruta en el Aldara, un curioso bar en el que prácticamente solo se sirven cafés ¡pero que cafés! y a eso de media noche de vuelta al hotel, mientras nuestros anfitriones se fueron a darle vidilla al cuerpo y marcarse unos pasos de salsa.




Llego la mañana de la maratón, tras la liturgia habitual cuando nos dirigimos a la zona de salida.



Nos sorprendió la marea de camisetas azules conmemorativa de esta edición que nos acompañaban, al poco tiempo nos dimos cuenta que le había entregado la misma camiseta a los participantes del 10 km y la media maratón, lo que unido a que la salida de las tres pruebas de realiza al mismo tiempo, un esfuerzo muy habitual en estas maratones con una participación reducida, para buscar una foto masiva en la salida. Aún así opino que la camiseta conmemorativa ( muy bonita por cierto) solo se le debe entregar al que realmente participa en la maratón y al resto otra camiseta diferente, otro detalle a pulir.




Ya incluso unos minutos antes de la salida ya no dimos cuenta que el Sol iba a ser implacable y que la anunciada subida de temperaturas iba ser real. Durante los primeros kms, con una temperatura agradable, pudimos  mantener un ritmo cómodo con el objetivo de acercarnos a las 4 horas además de intercambiar comentarios y experiencias con otros participantes, incluso desviarme del recorrido para saludar al gran Santi Hitos. 



Entorno al km 7 se unió a nosotros Emilio en la que era su primera maratón con quién compartimos kms hasta el 28 (finalmente entró en meta apenas unos minutos más tarde, nuestra ¡Enhorabuena!), punto en el que los kms ya empiezan a pesar, lo que unido al calor y que a partir del avituallamiento del km 15 dejaron de entregar botellas, no permitía hidratarse correctamente sin parar de correr empezaba a pasar factura. 



Es curioso en los primeros avituallamientos cuando la mayor parte de los participantes, apenas dan un sorbo de agua y luego tiran la botella, había agua en botella y en vasos para todos los participantes. En el momento que solo quedamos los participantes de la maratón y cuando el calor aprieta ya no hay botellas, solamente nos entregaron una botella en el km 25 que correspondía con el km 17 de la media y otra en el km 35 que se correspondía con el km 5, algo que resultó insuficiente cuando a partir de la 12 de la mañana y falta de más de una hora para finalizar ya superábamos ampliamente los 20ºC, probablemente el calor sorprendió a los propios organizadores, una esponjas o botellas en los avituallamientos hubiese venido bien, creo que es un detalle a tener en cuenta por si se repite este calor en próximas ediciones.


Durante los 35 primeros kms mantuvimos un ritmo cómodo y homogéneo ligeramente por debajo de los 6 min/km que nos permitía albergar la esperanza de repetir el tiempo de paso en la primera media (2:03:30) y poder dejar la marca por debajo de las 4:10:00. 



Pero como en toda maratón nada está escrito hasta que cruzas la meta, en el km 37 se nos acaba el agua de la botella en una larga y ancha avenida expuesta al Sol, sin ningún tramo con sombra y con una temperatura que ronda ya los 24ºC; decidimos bajar el ritmo y ser conservadores. 



Entre el km 38 y 39 comienzan las molestias a la rodilla de Fran y así llegamos hasta el km 40. Van pasando los metros y el avituallamiento no aparece la sensación de sed empieza a ser desagradable y ¡Sorpresa! uno 500 metros más adelante reaparece otra vez el cartel del km 40 en ese momento nos decidimos a caminar hasta llegar al avituallamiento. ¿Cómo es posible que haya dos carteles del km 40? la única explicación que se nos ocurre es que cómo el recorrido está plagado de rotondas y en la mayor parte del recorrido compartimos las avenidas con los vehículos, reservando el carril derecho a los corredores; implica que la mayor parte de las rotondas las hicimos por el carril exterior y estos 500 metros son la diferencia entre el recorrido homologado y el recorrido real, lo que explica que mi GPS al entrar en meta registrase una distancia total de casi 44 kms,  a pesar de este pequeño fallo hay que reconocer que la regulación del tráfico estaba muy bien organizada.



Por fin Llegamos al punto de avituallamiento, cogemos un par de vasos agua y seguimos caminando hasta que se nos hidratamos de nuevo, un último esfuerzo y entramos en la calle Dato, unos 500 metros de calle con bastante público con el arco de llegada al fondo; en ese momento desparecen los dolores, el calor, la sed ... además en la meta nos esperan Merce y Remy ... nos venimos arriba ¡demasiado arriba! y finalmente la cruzamos en 4:16:06.



¡Objetivo cumplido!